jueves, 6 de octubre de 2022

perros

 

un perro así

con cara de lobo y ojos de lobo

y una perra de ojos celestes

flaca y brillante

a los dos los tuve en una casa de la que pude huir

 

 recuerdo las naranjas que

había que comer después

de la primera helada

la sombra del olmo

la ropa endurecida en el cordel

los postigos abiertos como brazos 

el despertar de los vivos

mi voz llamando con pócimas

 

cuando todos se iban les cocinaba a los perros

me gustaba verlos dar vueltas alrededor de mis pies

los ojos agradecidos de los perros

cuando huelen la comida

la saliva confundida en los charcos de espejo

los ladridos de bicho que te quiere

 

que te quiere tanto

tanto

que cuando encontrás al primero llorás como una nena

y cuando encontrás al segundo

ya no hay motivos para permanecer

 

los bichos se quedan calentitos bajo tierra

vos agarrás los bolsos los hijos las fotos

tomás el micro

y no volvés más

 

nunca más

 

ni siquiera en el viaje interminable de los libros volvés

 

porque ya tuviste dos perros

una casa

un jardín

muchos hijos

una vereda de pinos

y un horizonte de maíz

 

toda esa abundancia en medio de tanta soledad

 

domingo, 25 de julio de 2021

la parte por el todo


todas las mañanas

desde el segundo piso

escucho pasar un caballo

 

imagino el carro

un hombre

las riendas

los cartones

 

solo llega el sonido de los cascos

sobre el asfalto

 

eludir lo ajeno

lo que sobra

es tan sencillo como no mirar




sábado, 24 de julio de 2021

le dije...

le dije

 

“quiero mucho a este almohadón

está viejito

por eso lo cuido

le hago nudos para que

no se escape el relleno

siempre estoy arreglando

las cosas que quiero mucho”

 

fue una especie de confesión




lo que se come el mar



allá en mi lugar

la gente cuenta anécdotas

de todo lo que se come el mar

 

un muelle

una confitería

espigones completos

 

el mar cada tanto

se come una tormenta

perfora los sueños de algún barco

acuna a los lobos

hasta que mueren

 

ahí fue

era verano y yo estaba sola

claveles blancos y caracoles

llegaron a mis pies

volqué mi secreto en la orilla

en clave de plegaria

oh Iemanjá señora de las aguas

 

pregunto a los que hoy

están ahí

¿la vieron flotar?

¿la ven venir?

¿o también a mi plegaria

se la comió el mar?



Plaza

I

qué escandalosas son

cómo me gusta el afán

con que las cotorras tapan

tanto estruendo

 

II

en la mesa de al lado

hay un chino

vestido de blanco

 

una mujer da vueltas

cada vez que pasa

la escucho cantar

 

dos pibes revuelven la basura

mis cosas se revuelven

como seres ostentosos

 

no dejo de pensar

las cotorras vienen

y tapan el estruendo



Inciso

 

le dije

 

(mirándolo a los ojos porque así es como se dicen como se piden estas cosas que bien mirado no deberían pedirse pero sí mirándolo a los ojos como quien ve un velero en la costa y parece cerquita pero no más bien está lejos del alcance no podría tocarlo ni siquiera con la punta del deseo más largo más duradero porque así es como yo lo veía en ese momento como yo lo vi en ese momento en que le pedí lo que no debe pedirse lo que no debe ser necesario pedirse porque quien te ama y etcétera y sin embargo lo miré lo miré a los ojos con insistencia con la mirada clavada en lo profundo del brillo que siempre le aparecía le aparece cuando me mira pero no importa porque igual ya sabemos mirándolo se lo dije con la pena la misma de siempre la pena del mendigo así se lo dije sin más creo sin sostenerle ni una mano solo sosteniendo la mirada suplicante y rígida como si fuera posible pero pude lo hice no deje de mirarlo para decírselo lo solté de golpe)

 

no me rompas el corazón






miércoles, 7 de enero de 2015

un poema de El collar de catalejos


no había una expresión para
desplumar una gallina
con distintos trazos de la misma luz
ellas sonreían
ellas se sentaban en cajones
de madera
las sonrisas iguales
delantalitos iguales

la manera de trenzarse
las manos
el abrazo que iniciaba el camino
a un buen puchero
los zapatos en el suelo blandito
de plumas
casi parece
una foto de la guerra

pero sus hombres
no pisaban plumas
y con un puñado de raíces no se puede
hacer ni un caldo


en el centro
la gallina resplandece
un chico
atravesado por la sombra
anuncia la tristeza
un extravío del instante
una especie de serio desacuerdo
entre las sonrisas de ellas
que sabían bailar tan bien
con tanta muerte